15 feb 2008

Crónica escueta: 60 años de consolación entre los colonos

Allá, en las espesuras de la selva colombiana hacían historia misioneros y colonizadores. Era la década del 40 cuando la política bipartidista manejaba centralmente la vida nacional, y sus odios e intereses ideológicos eran el “caldo de cultivo” de la violencia en diversos territorios del país como el Magdalena Medio, que empujó a sus pobladores a lugares inhóspitos y desconocidos como el Caquetá, el Putumayo y la Amazonía. Los Misioneros de La Consolata presenciaron los efectos del 9 de abril y el inicio de la colonización. Lo que en principio se pensó sería un acompañamiento espiritual terminó en asistencia social hasta hoy; en pocas palabras, asumieron la responsabilidad de un estado ausente. Dicha comunidad religiosa percibió todo este territorio como una novedad, una frontera, una zona de refugio y una zona de conflicto; y pese a ello muchos dejaron sembradas no sólo sus obras sino el corazón completo. Algunos restos mortales de misioneros descansan en esas tierras, otros en su patria, y otros ya en la tranquilidad de su jubilación recuerdan aquellos días de machete y caballo, y esperan antes de partir, la paz para los descendientes de campesinos que esperaron en esta tierra prometida.

Esta entrega es parte de la memoria colombiana que no se halla en nuestros libros de historia; sus recopiladores los Misioneros de La Consolata


Por: Gaetano Mazzoleni, antropólogo, IMC


I. RESEÑA HISTÓRICA


1947: Llegan los primeros Misioneros de la Consolata a Colombia. En Buenaventura desembarca un equipo de 5 misioneros: Torasso, Migani, Berloffa, Galbusera, Boetti llamados por mons. Ismael Perdomo y destinados para la región marginal del Magdalena que hacía parte de la Arquidiócesis de Bogotá. Trabajaron en Puerto Salgar, Jerusalén, Pulí, Guataquí, Nariño, Tocaima y Bogotá (Vergel).

1951: La Santa Sede divide el Vicariato Apostólico del Caquetá que abarcaba los departamentos del Caquetá, Putumayo y Amazonas, y crea tres nuevas jurisdicciones: el Vicariato Apostólico de Florencia (Caquetá) que comprendía todo el Caquetá y parte del Putumayo, asignándolo a los Misioneros de la Consolata; el Vicariato Apostólico de Sibundoy (Putumayo) y la Prefectura Apostólica de Leticia (Amazonas), asignados a los padres Capuchinos de la Provincia de Cataluña. El mismo año se inició el empalme entre los Capuchinos y los primeros cuatros misioneros de la Consolata: los Padres, Migani, Boetti, Salateo y Marcellino que asumieron las misiones de Florencia, Belén de los Andaquíes, San Vicente del Caguán y Puerto Leguízamo.

1952: En Bogotá se consagra el Primer Vicario Apostólico de Florencia (Caquetá) Mons. Antonio María Torasso y, posteriormente, en Florencia toma de posesión del Vicariato. Se inicia la organización del Vicariato.


1960: 22 de octubre, Mons. Torasso muere de leucemia.

1961: Nombramiento y consagración de Mons. Ángel Cuniberti como sucesor de Mons. Torasso. El 9 de Julio toma de posesión. Se consolida la organización del Vicariato. Preocupación y compromiso por la educación de la gente.

1978: Mons. Ángel Cuniberti presenta su renuncia; Mons. José Luís Serna Alzate es nombrado como su sucesor el cual es consagrado el 8 de diciembre del mismo año y el 13 de Enero de 1979 toma posesión del Vicariato. Mons. Serna fue nombrado Alto Comisionado para la Paz durante el gobierno Betancourt.

1985: División del Vicariato Apostólico. Elevación de la Diócesis de Florencia y creación del Vicariato Apostólico San Vicente - Puerto Leguízamo. Mons. José Luís Serna es nombrado primer obispo de la Diócesis de Florencia y Administrador Apostólico del nuevo Vicariato.

1986: Nombramiento de Mons. Luís Augusto Castro Quiroga como Vicario Apostólico del recién creado Vicariato de San Vicente - Puerto Leguízamo. Organización del Vicariato. En 1997 se registra la entrega de parte de las FARC de 60 soldados capturados en la toma de Las Delicias (Putumayo) en 1996.

1998: Mons. Francisco Javier Múnera Correa es nombrado sucesor de Mons. Castro. San Vicente del Caguán es el centro de la zona de despeje hasta la ruptura de las conversaciones de paz.


II. CONSTRUCTORES DE LA REGIÓN

En 60 años de presencia en el Caquetá y Putumayo los misioneros y misioneras de La Consolata han sido artífices en algunos casos de la fundación de pueblos y en otros actores de la consolidación de los ya existentes con el objetivo de darles estabilidad y luchar por obtener de los gobernantes los servicios básicos. Cada misionero o misionera ha aportado en esta tarea desde su propia personalidad pero siempre caracterizada por una clara identidad con la región y con su gente. Los que les sucedieron continuaron por el mismo surco trazado.

Hace sesenta años tomaron la guía pastoral de Florencia, San Vicente, Belén de los Andaquíes, mientras que las misioneras llegaron al Caquetá para acompañarlos en San Vicente, Solita, La Rastra y en la Normal de señoritas de Florencia.

Haciendo una breve reseña de los pueblos del Caquetá y Putumayo se mencionarán aquellos misioneros y misioneras que han dejado sus huellas en cada uno de ellos.

Santuario: está vinculado al Padre Antonio Marini y a las hermanas de la Consolata, a sor Gesualdina en especial, que preocupados por la formación de niños y niñas carentes de hogar, les han ofrecido una formación agrícola para los niños y de hogar para las niñas. Junto al Hogar del niño se debe destacar las constantes visitas a las veredas del valle de San Pedro y del Orteguaza y la consolidación de Norcasia.

Montañita: jamás podrá disociarse del Padre Bartolomé Rasetto por el empuje dado a la promoción del Colegio del Perpetuo Socorro y las visitas a las veredas de la parroquia.

Paujil: es sinónimo del Padre Ivan Callone, el cual percibiendo la profunda devoción de los colonos tolimenses a la Virgen bajo el tìtulo de Nuestra Señora de Nátaga, proyectó el Santuario regional de la Virgen de las Mercedes. Junto al Santuario fundó el Colegio Parroquial de Las Mercedes, el Colegio San Luís, el Club Juvenil y promovió el desarrollo de las escuelas urbanas. Paujil es deudor a muchas hermanas de la Consolata, en especial a la Hermana Alfonsita Garavito.

Doncello: es recordar obligatoriamente la obra, el compromiso y la abnegación del Padre Juan De Michelis por el pueblo, la colonización de Maguaré y Puerto Manrique, el Colegio Parroquial Sagrado Corazón de María dirigido por Sor Consuelo, el internado para los colonos bajo la tutela de sor Culturangela y sor Sofía, las escuelas urbanas, las escuelas veredales, la luz, el acueducto, el hospital con la materna figura y ángel protector de Sor Adele Brambilla al lado del Dr. Sergio Pardo. La acción caritativa del P. Juan se extendió por toda la colonización, sosteniendo centenares de familias de colonos con mercados de la Caritas. Al padre Juan se le debe la construcción de la Iglesia y de la Casa cural. Otros Misioneros lo acompañaron: los padres Bruno Del Piero, Gaetano Mazzoleni, Remo Usseglio, Javier Díaz, entre otros.

Puerto Rico: es deudor por su consolidación a la benéfica acción pastoral y social de los Padres Basilio Cominardi, el padrecito que limpiaba el camino hacia Florencia con el hacha, Luis De Riz, sobre todo Juoquín Pessotto, Francisco Mellino y, posteriormente, Bruno Del Piero. A ellos se debe la construcción de la Iglesia, el colegio Acevedo y Gómez, el Colegio de los Sagrados Corazones.

San Vicente del Caguán: sus pobladores no pueden olvidar a los Padres Juan Bautista Migani y posteriormente Juan De Michelis Mateo Gritti, Luis De Riz. Los materiales de construcción, cemento y hierro, del hospital, la iglesia, la casa cural, el Colegio Dante, el colegio para señoritas eran despachados desde Florencia por río -un viaje de meses por los ríos l Orteguaza, Caquetá y Caguán-. Los misioneros desde San Vicente atendieron a Guacamayas y a Santana Ramos.

Morelia: es deudora al interés y a la actividad del Padre Francisco Mellino por construir la Iglesia y posteriormente del Padre Juan Salateo la Casa Cural.

Belén de los Andaquíes y el Padre Juan Salateo forman un binomio de oro. El Padre Juan favoreció la consolidación del pueblo, trazó el parque, construyó la iglesia -llevando él mismo los materiales desde Florencia-, la casa cural, el salón de cine, el cementerio, las visitas a las veredas; en fin toda necesidad que cada vereda tuviera, su escuela y su maestro.

Albania: cuyo nombre fue escogido por Mons. Torasso en recuerdo de su madrecita tuvo en el Padre José Fusaroli su motor de desarrollo con la construcción del templo parroquial, la casa cural y el comienzo del Colegio Parroquial. Le siguió el Padre Carlos Massano.

San José del Fragua: debe su vida a la labor del Padre César Posocco intrépido luchador por el bien de la gente de este pueblo. A él se debe la construcción del templo parroquial, la casa cural y el colegio parroquial. ¡Cómo olvidar el santuario de la Virgen de Aranzazu!

Curillo: vio la luz a la sombra de la actividad del Padre Fortunato Reali el cual desde Solita prestaba su atención pastoral a este núcleo urbano en germen.

Valparaíso: atendido desde La Rastra por el Padre Silvio Vettori, posteriormente recibió la benéfica acción de la presencia de los padres Clovis Audet, Ángel Motta e Iván Callone.

Solita: es recordar al Padre Fortunato Reali el cual se preocupó por la organización del internado de los hijos de los colonos, el experimento de una posibilidad productiva impulsando cultivos de panela, el acueducto, la luz y el trazado del pueblo.

Milán: fue fundado por el Padre Silvio Vettori y posteriormente recibió su consolidación por el Padre Félix Prinelli.

La Rastra: otro centro educativo para los hijos de los colonos del río Orteguaza con la organización del internado, el trazo de la carretera La Rastra - Solita. Después del padre Silvio Vettori otros misioneros: Antonio Marini, Sergio Mossoni, Clovis Audet, Ángel Motta y Ángel Mazzaschi han ofrecido sus mejores fuerzas para este centro educativo. En La Rastra y Solita prestó su acción de enfermera la inolvidable sor Piera.

San Antonio de Getuchá: debe su actual estatus de pueblo a los padres Ángel Motta y posteriormente Félix Prinelli.

Solano: también está estrechamente vinculado a un misionero de la Consolata el Padre Bruno Kaltenhauser el cual, apostó con su constante presencia y su fe en la gente, aún cuando nadie le apostaba cinco centavos a este pueblo de “mala muerte”. Construyó la Iglesia, hizo metódica presencia en las veredas sobre todo entre las comunidades indígenas coreguaje e uitoto. Merecen ser recordados también los padres Félix Prinelli y Pepe Svanera.

La Unión Peneya: el padre Bruno Kaltenhauser, el cual reposa en el cementerio de Guacamayas; construyó la Iglesia y la casa cural.

Por el río Guayas en Ríonegro se recuerda la presencia del padre Juan De Michelis.

Por el río Caguán, en Cartagena del Chairá se recuerda al padre Francisco Mellino el cual participó en su fundación y posteriormente recibió la huella principalmente del padre Bruno Del Piero sobre todo su presencia constante en las veredas, codo a codo con el colono, resolviendo situaciones de desplazados y de epidemias, acompañando el nacimiento de Santa Fe del Caguán, otros caseríos y veredas.

En Remolino del Caguán: el Padre Jacinto Francio apostó a la economía de los colonos con los experimentos del caucho y del cacao que lastimosamente no fueron seguidos por ninguna política gubernamental o departamental. En el 2004 con el proyecto “No a la coca sí al cacao” mereció el Premio Nacional de Paz”, así como de otros reconocimientos nacionales e internacionales.

Florencia: está impregnada de la presencia y las obras de los Misioneros de La Consolata: las urbanizaciones de La Consolata y el barrio Torasso. En el aspecto educativo merecen ser recordados la construcción del Colegio La Salle, la Normal de Señoritas donde se han forjado centenares de maestras dirigidas por sor Alda y posteriormente por sor Angelina, el Colegio Nacional Femenino, el Colegio Migani, el bachillerato nocturno fundado y dirigido por Mons. Serna, el Centro Indigenista para dar respuesta a la problemática de las comunidades indígenas coreguaje, uitoto e ingano frente al avanzar arrollador de la colonización. En el aspecto social merece ser recordada la acción de la cruzada social, el ancianato, el Centro Piloto de Educación Especial, el Amparo de Niñas, el Centro de Formación para los Animadores. Itusco –Instituto Universitario Surcolombiano-, Usurco -Universidad Surcolombiana-.

Además Florencia ha sido espectadora de la presencia de personas como el Padre Viesi el forjador de una clase de albañiles y de maestros de la construcción y el fomento al deporte. ¡Dónde no hay la huella del Padre Viesi, en casi todo el Caquetá! El taller de mecánica donde han pasado Abraham Vásquez, Antonio Cuéllar, Rafico, Argel, Gregorio y tantos otros.

Quién puede olvidar el Padre Luis De Riz o el Padre José Ravera siempre presentes por las calles de Florencia con su moto y siempre pronto a visitar algún enfermo o necesitado.

En Florencia la Catedral ha visto la obra y la presencia del Padre Juan Bautista Migani, del Padre Bruno Cumer, Luis De Riz, el Padre José Ravera quien dejó las riendas a Mons. José Luís Serna.

En 1966 se fundaron otras dos parroquias: el Torasso a la dirección del P. José Fusaroli y el Juan XXII con el Padre Juna Viesi y posteriomente el Padre José Ravera. Pueblo Nuevo, Cristo Rey por obra del Padre Joaquín Pessotto acompañado por el Padre Cayetano Mazzoleni. La Capilla del Cementerio.

Todos se caracterizaron por:

- Amor e identificación con el Caquetá: sentido de pertenencia e identidad con el Caquetá y su gente.

- Acompañamiento a los colonos, codo a codo, asegurando la presencia de la Iglesia.

- Preocupación y compromiso por la educación y formación del caqueteño.

III. Respuestas pastorales

1. Presencia de la Iglesia y acompañamiento pastoral a los colonos.

La presencia de la Iglesia se tradujo en términos de acompañamiento a los colonos con visitas periódicas a todas las veredas, con una atención religiosa sacramental (eucaristía, primeras comuniones, confesiones, bautismos, rosario, bendición del cementerio de la vereda ... ), sensibilidad a las necesidades básicas de los colonos y promoción de las infraestructuras mínimas para cada pueblo y cada vereda: las escuelas, el centro de salud, la planta termoeléctrica, el acueducto, el alcantarillado, la pavimentación de las calles, campos de deportes, el cementerio, la construcción del templo, la casa cural, el club juvenil y lugar de encuentro y reuniones para los campesinos, la acción comunal, las organizaciones campesinas: FANAL, ANUC, las escuelas radiofónicas ACPO, la promoción de cooperativas para frenar la acción de los intermediarios y de los especuladores.

El templo y la casa cural fueron una de las últimas realizaciones.

En los pueblos de colonización ha habido una constante fricción entre la Iglesia (los misioneros) y los gamonales promotores casi siempre del expendio de licor y de la zona de tolerancia. En las cantinas muchos colonos dejaban el fruto de su trabajo, sobre todo el de las primeras cosechas de arroz y de maíz. Con el uso y abuso del licor eran de ordinaria administración el ajuste de cuentas: riñas, peleas, heridos y muertos. Es interesante constatar como en los certificados de defunción expedidos por las alcaldías, los corregimientos o las inspecciones de policía se especificaba la causa de estos tipos de muerte con la justificación: "anemia aguda".

En los pueblos de reciente fundación prosperaban los expendios de licor, las casas de prostitución; los intermediarios se apropiaban de las cosechas de los colonos antes del tiempo, fiando comida, vestuario y servicios (fiadores, padrinos...)

La instrucción religiosa era complementada con clases de religión en las escuelas y en los colegios urbanos, capacitación de los profesores y los maestros para dictar las clases de educación religiosa.

La actividad social de la pastoral estaba orientada hacia una atención especial a los pobres con programas de distribución de alimentos a través de Cáritas, el seguimiento a los líderes veredales de acción comunal y el seguimiento a los promotores de ACPO.

Para favorecer la presencia de la Iglesia en las comunidades rurales y ofrecer una mayor participación laical, menos clerical y clericocéntrica, y para responder a la invasión de sectas hacia la mitad de los años 1970, se impulsó la promoción de los cooperadores laicos.

2. Formación y educación del hombre caqueteño

La principal preocupación de los agentes de pastoral del Vicariato fue la de promover la educación formal y no formal entre la población urbana y rural, considerando la educación fundamental e indispensable para la socialización y/o la re-socialización. Esto fue posible por medio del "Convenio de Misiones" y posteriormente por el sistema de la educación contratada.

A nivel formal fue promovida la educación primaria para todos (en lo posible), secundaria diurna y nocturna en los pueblos. A la tendencia de establecer los bachilleratos clásicos se optó posteriormente por una diferenciación de la educación secundaria y, teniendo en cuenta las necesidades de la región, fueron impulsadas las modalidades industrial, comercial, de orientación agropecuaria y de promoción social. La modalidad de orientación agropecuaria no tuvo mayor aceptación por una resistencia de parte de los mismos padres de familia y por la falta de personal académico adecuadamente preparado.

A nivel de educación superior la Iglesia promovió el ITUSCO (Instituto Universitario Surcolombiano) y el USURCO (Universidad Surcolombiana). No es posible olvidar el decidido apoyo dado a esta institución por Mons. Ángel Cuniberti quien públicamente afirmó: "con Neiva o sin Neiva, el Caquetá tendrá su universidad". La primera sede de la Universidad fue en los locales de lo que posteriormente fue la central campesina.

La Iglesia fundó e inició el Centro Piloto de Educación Especial para niños diferentes y el Orfanato de Santuario con orientación en agricultura para los niños y costura para las niñas. Promovió los Internados para los hijos de los colonos en La Rastra (Villa Fátima), Solita, Doncello, Paujil, Puerto Rico y San Vicente del Caguán.

A nivel no formal fue promovida la alfabetización de adultos y en 1971, asociada a esta, el seguimiento a las escuelas indígenas que posteriormente se llamó Centro Indigenista del Caquetá.

A los comienzos de la colonización se fomentó el servicio de las escuelas radiofónicas de ACPO. Se promovió el sindicalismo entre los maestros (AICA) y en el sector agrario rural (FANAL). A través de FANAL se organizaron numerosas juntas de acción comunal.

3.- Atención a los indígenas

Siguiendo una trayectoria iniciada por los Padres Capuchinos, y por la acción y el interés de mons. Torasso, de los Padres Silvio Vettori, Ivan Callone, Antonio Marini, Bruno Kaltenhauser, Fortunato Reali, Clovis Audet y otros se estructuró formalmente la atención a los grupos indígenas a través del Centro Indigenista del Caquetá (propio de la Iglesia) con el objetivo de ofrecer una atención pastoral específica en:


- la educación: por medio de la educación contratada se promovieron pasos grandes a la etnoeducación y el lanzamiento de los primeros alfabetizadores­ auxiliares bilingües –coreguajes- y los primeros maestros uitotos en Coemaní;

- la promoción de la comunidad con la búsqueda de un desarrollo adecuado y a la medida de las comunidades indígenas (etno desarrollo) en coordinación con la oficina de Asuntos Indígenas del Caquetá y con el SENA;

- la promoción de la cultura indígena con la apertura del museo etnográfico, la publicación de "Indigenismo" (un folleto divulgador a nivel muy artesanal);

- la atención a las necesidades más urgentes de los indígenas que acudían constantemente a Florencia sobre todo en el aspecto de la salud;

- la búsqueda de caminos de una evangelización apropiada con la promoción de animadores y catequistas indígenas, la construcción de la maloca-capilla de Coemaní.

4.- Asistencia caritativa

En los años 60 y 70, el periodo de mayor auge de la colonización, se ayudó con alimentos a numerosas familias pobres y para estimular trabajos comunitarios como el de la construcción de escuelas, caminos... Se debe recordar la actividad de la Cruzada Social y otras iniciativas.

IV. Lo que faltó

El Vicariato en los frentes de colonización espontánea o dirigida prestó una especial atención a la educación formal y no formal. Se podría afirmar que la actividad pastoral estaba enfocada desde el eje de la educación.

Sin culpar a nadie, por falta de oportunidades, de tiempo, de expertos en la materia, de acompañamiento y de continuidad, es obvio señalar también algunas fallas:

1. Faltó una mayor reflexión sobre los procesos, las dinámicas y las contradicciones de la colonización, la heterogeneidad de las tradiciones culturales regionales, la inestabilidad, la provisionalidad y la dispersión de la gente.

2. No hubo suficiente atención y reflexión para identificar las expectativas posibles del colono/campesino. Involuntariamente se favoreció el proceso tendiente a establecer en la Amazonía un modelo de finca ganadera extensiva, que a la postre no dio resultado para el colono pobre.

3. Faltó tiempo y apoyo institucional para identificar los elementos constitutivos de una "cultura" de la colonización y la promoción de una posible identidad regional (el hombre amazónico).

3 comentarios:

Saúl Sánchez Toro dijo...

Parece que has omitido a San Felix (Caldas) en donde muchos consolatos ejercieron un gran liderazgo en la orientación y formación de alumnos que posteriormente se integraron al desarrollo social del pais y a la formacion de juventudes.
Me refiero a los padres Germano Dassie, Ferruchio Pizzolati, Mario Bueno,Salvatore Mura

josé i garcia luque dijo...

Conocí alPadre Salvatore Mura en el año 1968, a través de la Central del Juventudes. Después lo visité varias veces en el colegio José Allamano de Bogotá. Fuimos grandes amigos y me interesa reencontrarlo. Si alguno sabe su e-mail o teléfono, enviémelo por favor.
Gracias de antemano,
José Ignacio García Luque
e-mail: jigarcialuque@gmail.com
Tel. (34) 686 606 281

Unknown dijo...

Importantísima labor de los misioneros de la consolata. Estudié en el colegio migani de Flotencia y conoci a varios sacerdotes misioneros juan vieci, juan zalateo, ferruccio pizzolsti, angel cuniberti, angel massasqui,