15 feb 2008

EDITORIAL

El proceso de evangelización, un proceso de esfuerzo y tesón

Por: Carlos Olarte I.m.c

A todos nuestros lectores les podrá parecer raro que este número trate sobre el tema de “los colonos”; pues, cuando muchos se han empeñado en hacer de este tema algo del pasado ya superado. Por el contrario, para nosotros nos ha parecido de gran importancia, dado que, es una realidad actual que se está vivenciando.

Al hablar de la historia de los colonos -su pasado, presente y futuro- es hablar también de un trabajo de padres hermanas misioneros, que llegan a lugares inhóspitos de la geografía colombiana.

La historia de los colonos nos muestra que estos huían de la violencia, a lugares inexplorados de la geografía nacional como, la región amazónica. En la Amazonía, estos visualizaban un pedacito de tierra para asentarse con sus familias. No obstante, la falta de oportunidades y una verdadera política pública con relación a la colonización de la Amazonía, involucró la ayuda de los misioneros, con el fin de formar poblaciones o caseríos con infraestructura física, religiosa, educativa, etc.

Los colonos, con ayuda de los misioneros, abrieron trechos de carreteras polvorosas, casuchas armadas, con madera proporcionada por la selva, hoy en día, esas casuchas, son grandes centros urbanos del territorio Colombiano. Sin embargo, la misión de los misioneros fue el de formar familia, comunidad, o sea, el de Iglesia.

En este tiempo cambiante y acelerado de los acontecimientos sociales del país y del mundo, los Misioneros de La Consolata han logrado, a lo largo de estos sesenta años, estar al frente y acompañar a muchas comunidades en Colombia. Desde nuestros primeros años de presencia en Colombia los retos siempre han estado como, el proceso de evangelización, un proceso de esfuerzo y tesón, por parte de los misioneros y misioneras que han dado y darán todo de si para que el proyecto del Reino de Dios sea una realidad.

Este número de Dimensión Misionera quiere ser una muestra de gratitud a cada misionero y misionera, que desde un principio han estado presentes en nuestras vidas y los pueblos. En estás líneas de reconocimiento se exponen las diferentes realidades y vivencias de ellos en Colombia.

A propósito de gratitud, en nombre de todos los directivos y lectores de Dimensión Misionera quiero darle las gracias al padre Orlando Hoyos, que por más de cuatro años prestó sus servicios como director de esta revista y a quien se le debe el importante giro periodístico y de pastoral que fue tomando. Por eso, esperamos contar con su “ojo crítico“ y le acompañamos en su nuevo servicio que es de gran relevancia para las nuevas vocaciones de la Consolata, que son un desafío en estos 60 años de presencia en Colombia.